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- Pinchar todos los globos de ilusión con los que van a querer rodearnos.
lunes, 5 de mayo de 2014
Artículo de Soledad Gallego-Diaz
Tablas del Frente Cívico Somos Mayoría Avilés
El año que empieza puede ser un año cargado de ilusión. Ilusión en el
análisis económico español, ilusión en Cataluña, ilusión en la marcha
de la Unión Europea… Y eso es, precisamente, lo malo. Ilusión significa,
según el Diccionario de la Real Academia, “imagen sugerida por
los sentidos que carece de verdadera realidad”. Es muy posible que en
2014 los ciudadanos tengamos que emplear muchas de nuestras escasas
energías en vislumbrar cuál es la “verdadera realidad”, por encima del
aluvión de ilusiones con que se nos abrumará.
En un estupendo artículo titulado Sobre todo, que no decaiga (EL PAÍS 29/12/2013),
Manuel Cruz describía la maniobra favorita de los nacionalismos, que
consiste en convertir un debate político en un conflicto ente emociones:
una, por supuesto, es inequívocamente positiva, la ilusión; la otra,
claramente negativa, el miedo. Así que cualquier intento de argumentar
se convertirá en 2014 en la mala idea de un cenizo que quiere pinchar el
globo de la ilusión o en una sombría amenaza.
Lo mismo se podría aplicar al análisis de la situación económica. El
Gobierno está muy ilusionado con los nuevos apuntes macroeconómicos. Por
supuesto, son calificados de agoreros quienes argumentan que el coste
que está pagando una parte importante de la población es excesivo y que
se trata, además, de un segmento de la sociedad que no tuvo
responsabilidad en lo sucedido, puesto que se vio aplastada por un
terremoto financiero provocado, precisamente, por los grandes
predicadores de la ilusión. En los próximos meses veremos cómo surgen
grandes apóstoles que nos piden, otra vez, compartir la visión, la fe y
la confianza con la que ellos ya han sido bendecidos.
Pues bien, de eso se trata. De pinchar todos los globos de ilusión
con que van a querer rodearnos. Pensémoslo bien. Cuando un político, un
candidato, en Madrid, en Barcelona, en Sevilla o en último pueblo del
último rincón se nos aproxime hablando de lo ilusionado que está, de la
gran ilusión con la que encara el futuro, pongamos cara de pocos amigos,
recordemos a María Moliner y a la Real Academia, y exijamos argumentos y
“verdaderas realidades”. Recordemos que la ilusión no es un argumento,
sino, frecuentemente, una tontería y que, a veces es, incluso, muy
peligrosa.
Lo primero que tenemos a la vista son las elecciones europeas. Es un
buen campo donde empezar a practicar con la aguja. Son unas elecciones
importantes. Ya hemos visto lo que puede hacer la Unión Europea, las
decisiones que adopta y las consecuencias que tienen para la vida
cotidiana de los ciudadanos. Hasta hace poco, nos lo habían contado,
pero seguíamos creyendo que la Unión tenía que ver sobre todo con el
comercio. Ahora ya sabemos que los Presupuestos Generales del Estado
pasan antes por Bruselas que por el Parlamento español y que se cambian y
cortan de acuerdo con informes elaborados por técnicos comunitarios.
Ahora ya sabemos lo que ha ocurrido en Grecia, y en Portugal; lo que es
una troika y qué sucede cuando el presidente de la Comisión es alguien
como el actual, José Manuel Barroso, al servicio de una desproporcionada
dirección alemana, incapaz de defender el espacio común europeo.
Atentos cuando nos hablen de la ilusión de crear una Europa más
próspera, más solidaria, más progresista. Déjense de fantasías y
presenten propuestas concretas. Los pasos, incluso los pasitos. Eso es
lo que hay que exigir. Por ejemplo, ¿va a defender su grupo la creación
de un Fondo Europeo contra el Desempleo? ¿Luchará por conseguir
eurobonos que, al menos, garanticen que una determinada parte de la
deuda española, portuguesa o griega pague los mismos intereses que la
alemana? ¿Qué hará para lograr que la Unión bancaria incluya un
verdadero Fondo Europeo de Garantía de Depósitos y no esa aguada
“coordinación” de la que ahora se habla? Ninguno de estos tres asuntos
son ilusiones. Son cosas concretas que se pueden hacer a nivel europeo,
que ya han sido planteadas y discutidas y que no se llevan a cabo por la
resistencia, sobre todo, de Alemania.