Archive for 2013

En defensa del Sistema Público de Pensiones (13)

Esta semana  décimo segunda  parte del extenso documento "EN DEFENSA DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES", documento que os podéis descargar al final de esta entrada. 
 Para entender la legitimidad de nuestro actual sistema de pensiones debería bastar hacer referencia a dos textos fundacionales de nuestro modelo social y de derecho. La Constitución del año 1978 y la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Pretender desmontar el sistema de pensiones es ir contra estos dos documentos, algo impensable hace unos años, pero que ahora se está haciendo realidad. 

Asegurar pensiones públicas que permitan mantener un nivel de vida digno es una cuestión de la máxima importancia social y política. Los principios que deben regir la gestión de este derecho de la ciudadanía se encuentran en los textos fundamentales de nuestro ordenamiento jurídico. Ya hemos mencionado el artículo 50 de la Constitución, que garantiza a todos los ciudadanos de la tercera edad pensiones adecuadas y actualizadas periódicamente. En consecuencia, y como ya se ha argumentado anteriormente, en épocas de déficit de la Seguridad Social ese derecho debe ser sufragado a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Ese esfuerzo no debería ser ningún problema, si se aplicara el principio de progresividad, establecido en el artículo 31 de la Constitución, y si las principales empresas del país y las grandes fortunas pagaran las cantidades que en justicia les corresponden y en estos momentos eluden. No se trata de confiscar el dinero de nadie: una contribución similar a la de sus equivalentes en otros países europeos -Estados social y democráticamente más avanzados- sería suficiente.
Para todos los que luchamos por la democracia y la justicia social, el máximo referente normativo no puede ser otro que la Declaración Universal de Derechos Humanos. Su memorable artículo 25 hace una mención expresa a la tercera edad, en relación al derecho a un nivel de vida adecuado y al bienestar, derecho que todo ser humano posee. Es más, el artículo 22 establece que “toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social”.


domingo, 29 de diciembre de 2013

En defensa del sistema de pensiones (12)

Esta semana  décimo primera  parte del extenso documento "EN DEFENSA DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES", documento que os podeis descargar al final de esta entrada. 


No actualizar las pensiones con el IPC, en tanto que incrementan otros componentes de la riqueza nacional (como los beneficios empresariales) es una redistribución de renta, pero detrimento de los más débiles y en favor de los que más tienen. Robin Hood, pero al revés. 


CAMBIO EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA
El pacto de Toledo tuvo al menos un efecto positivo que es el que ahora se intenta desterrar: el compromiso de las distintas fuerzas políticas acerca de que las pensiones se actualizarían anualmente de  acuerdo con el incremento del índice de precios al consumo. La medida parecía justa y lógica. Justa porque así lo proclama nuestra Constitución y lógica porque con la inflación también se incrementan y a veces más que proporcionalmente los ingresos del Estado. Hay una afirmación que debería ser de común aceptación: mientras que la renta por habitante de una población se mantenga constante o crezca, ningún miembro de ella, bien sea pensionista, funcionario, escritor o bombero, tiene por qué ver empeorada su situación en cuanto a ingresos. La no actualización de las pensiones conduce a que los jubilados vean que su pensión se reduce año a año. El planteamiento de los expertos del Gobierno consiste en utilizar la inflación, aprovechando la ilusión monetaria, para reducir progresivamente las pensiones, de manera que se cierre el desfase existente por otras causas entre las cotizaciones y las prestaciones.
Si en un periodo determinado de tiempo las pensiones suben por término medio menos que lo que lo ha hecho la renta per cápita es porque otras rentas, bien sean las salariales, las de capital o las empresariales, lo hacen en un porcentaje mayor, es decir, se modifica la redistribución de la renta en contra de los pensionistas; ni que decir tiene que este efecto es mucho mayor cuando se pretende que ni siquiera mantengan el poder adquisitivo. Los expertos del Gobierno hablan de un factor de equidad intergeneracional, pero lo cierto es que todas las recomendaciones que ofrecen en su informe tienden a romper tal equidad, condenando a los pensionistas a un empobrecimiento progresivo en favor de otras rentas y es bastante lógico suponer que estas serán las de capital.

No es la pirámide de población, ni el incremento de la esperanza de vida lo que amenaza la sostenibilidad de las pensiones, sino la insuficiencia de nuestro sistema fiscal, presa del fraude y de las continuas reformas regresivas acometidas por los distintos gobiernos. El riesgo viene de una ideología liberal que contempla con satisfacción que la presión fiscal de España sea la más baja de la Europa de los quince (32,4%), inferior incluso a Grecia (34,9) y a Portugal (36,1), trece puntos de diferencia con Francia, y de diez y de ocho con Italia y Alemania, respectivamente (Eurostat), y de unos políticos que prefieren recortar las pensiones a los jubilados antes que acometer en serio la reforma fiscal. Esta sí que tendría que ser la primera y principal reforma que habría de llevarse a cabo.

El profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia, AMAT SÁNCHEZ, explica como y porqué el sistema público de pensiones en España constituye un problema político y no económico.
sábado, 21 de diciembre de 2013

Sistema mercantil totalitario







El esclavo moderno está convencido de que no existe alternativa a la organización del mundo presente. Se ha resignado a esta vida porque piensa que no puede haber otra. Es ahí en donde reside la fuerza de la dominación presente: hacer creer que este sistema que ha colonizado toda la superficie de la Tierra es el fin de la historia. Ha convencido a la clase dominada que adaptarse a su ideología equivale a adaptarse al mundo tal como es y tal como ha sido siempre. Proponer un cambio y difundir la idea de otro mundo se ha convertido en un crimen condenado al unísono por los medios y por todos los poderes. El criminal es en realidad aquel que contribuye, consciente o no, a la demencia de la organización social dominante. No hay locura más grande que la del sistema presente.

1. Esclavitud Voluntaria. La servidumbre moderna es una esclavitud voluntaria, consentida por la muchedumbre de esclavos que se arrastran por la faz de la tierra. Ellos mismos compran las mercancías que los esclavizan cada vez más. Ellos mismos procuran un trabajo cada vez más alienante que se les otorga si demuestran ser suficientemente obedientes y sumisos. Ellos mismos eligen los amos a quienes deberán servir. Para que esta tragedia absurda pueda tener lugar, ha sido necesario despojarlos de la conciencia de su explotación y de su alienación. He ahí la extraña modernidad de nuestra época. Al igual que los esclavos de la antigüedad, que los siervos de la Edad Media y que los obreros de las primeras revoluciones industriales, estamos hoy en día frente a una clase totalmente esclavizada. Ellos ignoran la rebelión, que debería ser la única reacción legitima de los explotados. Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia y la resignación son la fuente de su desgracia. He ahí la pesadilla de los esclavos modernos que no aspiran sino a ser llevados por la danza macabra del sistema de la alienación. La opresión se moderniza expandiendo por todas partes las formas de mistificación que permiten ocultar su condición de esclavos. Mostrar la realidad tal como es y no tal como la presenta el poder, constituye la subversión más genuina.

2. Territorio y Vivienda. El urbanismo es esta toma de posesión del medio ambiente natural y humano por el capitalismo que, desarrollándose lógicamente como dominación absoluta, puede y debe ahora rehacer la totalidad del espacio como su propio decorado. A medida que construyen su mundo con la fuerza alienada de su trabajo, el decorado de este mundo se vuelve la cárcel donde tendrán que vivir. Un mundo sórdido, sin sabor ni olor, que lleva en sí la miseria del modo de producción dominante. Este decorado está en permanente construcción, nada en él es constante. La remodelación continua del espacio que nos rodea está justificada por la amnesia generalizada y la inseguridad con las que tienen que vivir sus habitantes. Se trata de cambiarlo todo a la imagen del sistema: el mundo se vuelve como una fábrica, cada vez más sucio y ruidoso. Cada parcela de este mundo es propiedad de un Estado o de un particular. Este robo social que es la apropiación exclusiva de la tierra se materializa en la omnipresencia de los muros, de las rejas, de las cercas, de las barreras y de las fronteras. Son las marcas visibles de esa separación que lo invade todo. Pero al mismo tiempo, la unificación del espacio, según los intereses de la cultura mercantil, es el gran objetivo de nuestra triste época. El mundo debe convertirse en una inmensa autopista, absolutamente eficiente, para facilitar el transporte de las mercancías. Todo obstáculo, natural o humano, debe ser destruido. La concentración inhumana de esa masa de esclavos es fiel reflejo de su vida: se asemeja a las jaulas, a las cárceles, a las cavernas. Pero a diferencia del esclavo o del prisionero, el explotado de la época moderna debe pagar por su jaula.

3. Mercancías. En este estrecho y lúgubre espacio en donde vive, el esclavo acumula las mercancías, que según los mensajes publicitarios omnipresentes, deberán traerle la felicidad y la plenitud. Pero entre más acumula mercancías, más se aleja de él la posibilidad de acceder un día a la felicidad. La mercancía, ideológica por esencia, despoja de su trabajo al que la produce y despoja de su vida al que la consume. En el sistema económico dominante, ya no es la demanda la que condiciona la oferta, sino la oferta la que determina la demanda. Es así como, de manera periódica, surgen nuevas necesidades consideradas vitales por la inmensa mayoría de la población: primero fue el radio, luego el carro, el televisor, el computador y el celular. Todas estas mercancías, distribuidas masivamente en un corto lapso de tiempo, modifican en profundidad las relaciones humanas: sirven por un lado para aislar a los hombres un poco más de sus semejantes y por otro, para difundir los mensajes dominantes del sistema.

4. Alimentación. Cuando se alimenta el esclavo moderno ilustra mejor el estado de decadencia en que se encuentra. Disponiendo cada vez de menos tiempo para preparar la comida que ingiere, se ve reducido a consumir a la carrera lo que la industria agroquímica produce. Erra por los supermercados en busca de los productos que la sociedad de la falsa abundancia consiente en darle. Su elección no es más que una ilusión. La abundancia de los productos alimentarios no disimula sino su degradación y su falsificación. No son otra cosa que organismos genéticamente modificados, una mezcla de colorantes y conservantes, de pesticidas, de hormonas y de otros tantos inventos de la modernidad. El placer inmediato es la regla del modo de alimentación dominante, así como la de todas las formas de consumo. Y las consecuencias que ilustran esta manera de alimentarse se ven por todas partes. Pero es frente a la indigencia de la mayoría que el hombre moderno se regocija de su posición y de su consumo frenético. Por tanto, la miseria está dondequiera que reine la sociedad mercantil totalitaria. La escasez es el revés de la moneda de la falsa abundancia. Aunque la producción agroquímica es suficiente para alimentar a la totalidad de la población, en un sistema que hace de la desigualdad un criterio de progreso, el hambre no deberá desaparecer jamás. La otra consecuencia de la falsa abundancia alimentaria es la multiplicación de las fábricas de concentración y el exterminio a gran escala de las especies que sirven para alimentar a los esclavos. Esta es la esencia misma del modo de producción dominante. La vida y la humanidad no resisten más ante el afán de lucro de unos cuantos.

5. Destrucción del Medio Ambiente. El pillaje de los recursos del planeta, la abundante producción de energía o de mercancías, los residuos y los desechos del consumo ostentoso hipotecan las posibilidades de supervivencia de nuestra tierra y de las especies que la pueblan. Pero para darle paso al capitalismo salvaje, el crecimiento no deberá parar jamás. Hay que producir, producir y volver a producir cada vez más. Son los mismos que contaminan quienes se presentan hoy en día como los salvadores del planeta. Esos personajes de la industria del espectáculo, patrocinados por las firmas multinacionales, intentan convencernos de que un simple cambio en nuestros hábitos bastará para evitar el desastre. Y mientras nos culpan, continúan contaminando sin cesar el medio ambiente y nuestro espíritu. Esas pobres tesis seudo-ecológicas son repetidas por todos los políticos corruptos que necesitan eslóganes publicitarios. Pero se cuidan bien de no proponer un cambio radical en el sistema de producción. Se trata, como siempre, de cambiar algunos detalles para que lo esencial siga siendo igual.

6. Trabajo. Para entrar en el círculo vicioso del consumo frenético, hay que tener dinero y para tenerlo, hay que trabajar, es decir, venderse. El sistema dominante ha hecho del trabajo su principal valor, y los esclavos deben trabajar cada vez más para pagar a crédito su vida miserable. Se agotan en el trabajo, pierden con él la mayor parte de su fuerza vital y tienen que soportar las peores humillaciones. Pasan toda su vida haciendo una actividad extenuante y molesta para el beneficio de unos cuantos. La invención del desempleo moderno tiene como propósito asustarlos y hacerles agradecer sin cesar la generosidad del poder. A medida que el sistema de producción coloniza todos los sectores de la vida, el esclavo moderno, no conforme con su servidumbre en el trabajo, sigue desperdiciando su tiempo en las actividades de esparcimiento y las vacaciones planificadas. Ningún momento de su vida escapa al dominio del sistema. Cada instante de su vida ha sido invadido. Es un esclavo de tiempo completo. Siempre apresurado por el cronómetro o el látigo, cada gesto de los esclavos está calculado a fin de aumentar la productividad. La organización científica del trabajo constituye la esencia misma de la desposesión de los trabajadores, del fruto de su trabajo y del tiempo que pasan en la producción automática de las mercancías o de los servicios. La actividad del trabajador se confunde con el de una máquina en las fábricas, o con el de un computador en las oficinas. De esta manera, a cada empleado se le asigna un trabajo repetitivo, ya sea intelectual o físico. Él es un especialista en su área de producción. Esta especialización se reproduce a escala planetaria en el marco de la división internacional del trabajo. Se concibe en Occidente, se produce en Asía, se muere en África.

7. Medicina Mercantil. La degradación generalizada de su medio ambiente, del aire que respira, y de la comida que consume; el stress de sus condiciones laborales y de la totalidad de su vida social son el origen de las nuevas enfermedades del esclavo moderno. Su condición servil es una enfermedad para la cual no existirá jamás ninguna medicina. Sólo la completa liberación de la condición en la que se encuentra, puede permitirle al esclavo moderno reponerse de su sufrimiento. La medicina occidental no conoce sino un remedio contra los males que sufren los esclavos modernos: la mutilación. Es a base de cirugías, de antibióticos o de quimioterapia que se trata a los pacientes de la medicina mercantil. Nunca se ataca el origen del mal sino sus consecuencias, porque la búsqueda de las causas nos conduciría inevitablemente a la condenación implacable de la organización social en su totalidad. Así como el sistema actual ha convertido cada elemento de nuestro mundo en una simple mercancía, también ha hecho de nuestro cuerpo una mercancía, un objeto de estudio y experimentación para los seudo-sabios de la medicina mercantil y de la biología molecular. Los amos del mundo ya están a punto de patentar todo lo viviente. La secuencia completa del ADN del genoma humano es el punto de partida de una nueva estrategia puesta en marcha por el poder. La decodificación genética no tiene otra finalidad que la de ampliar considerablemente las formas de dominación y de control.

8. Obediencia. La obediencia se ha convertido en la segunda naturaleza del esclavo moderno. Obedece sin saber por qué, simplemente porque sabe que tiene que obedecer. Obedecer, producir y consumir, he ahí el tríptico que domina su vida. Obedece a sus padres, a sus profesores y a sus patrones, a sus propietarios y a sus mercaderes. Obedece a la ley y a las fuerzas del orden, obedece a todos los poderes porque no sabe hacer otra cosa. No hay nada que lo asuste más que la desobediencia, porque la desobediencia es el riesgo, es el cambio. Así como el niño entra en pánico apenas pierde de vista a sus padres, el esclavo moderno se siente desorientado sin el poder que lo ha creado. Por eso, continúa obedeciendo. El miedo ha hecho de nosotros unos esclavos y nos mantiene en esa condición. Nos inclinamos ante los amos del mundo; aceptamos esta vida de humillaciones y de miseria, solamente por temor. Su fuerza no la obtienen de su policía sino de nuestro consentimiento.

9. Dinero. Como todos los seres oprimidos de la historia, el esclavo moderno necesita de su mística y de su dios para anestesiar el mal que le atormenta y el sufrimiento que le agobia. Pero este nuevo dios, a quien entregó su alma, no es más que la nada. Un trozo de papel, un número que tiene sentido solo porque todos han decidido dárselo. Es por este nuevo dios que estudia, trabaja, riñe y se vende. Es por este nuevo dios que ha abandonado sus valores y está dispuesto a hacer lo que sea. El esclavo moderno cree que entre más dinero posea más se librará de la coacción que lo sujeta. Como si la posesión fuera de la mano de la libertad. La liberación es una ascesis que proviene del dominio de sí mismo; un deseo y una voluntad de actuar. Está en el ser y no en el tener. Pero hay que decidirse a no servir ni obedecer más. Falta ser capaz de romper con unos hábitos que nadie, al parecer, osa poner en tela de juicio.

10. Imagen. Ante la devastación del mundo real, es necesario para el sistema colonizar la conciencia de los esclavos. Es por eso que el sistema dominante ha decidido enfocarse en la disuasión que, desde la más pequeña edad, cumple el papel preponderante en la formación de los esclavos. Ellos deben olvidar su condición servil, su prisión y su vida miserable. Basta con ver esa muchedumbre hipnótica, conectada a las pantallas que acompañan su vida cotidiana. Ellos disfrazan su insatisfacción permanente con el reflejo manipulado de una vida soñada, hecha de dinero, de gloria y de aventura. Pero sus sueños son tan lamentables como su vida miserable. Hay imágenes para todo y para todos. Esas imágenes llevan en sí el mensaje ideológico de la sociedad moderna y sirven de instrumento de unificación y de propaganda. Se multiplican a medida que el hombre es despojado de su mundo y de su vida. Es el niño el primer blanco de esas imágenes. Hay que volverlos estúpidos y extirparles toda forma de reflexión y de crítica. Todo ello se hace, claro está, con la desconcertante complicidad de sus padres, quienes han desistido ante el impacto de los medios modernos de comunicación. Ellos mismos compran todas las mercancías necesarias para la esclavización de su progenie. Se desentienden de la educación de sus hijos y se la dejan al sistema del embrutecimiento y de la mediocridad. Hay imágenes para todas las edades y para todas las clases sociales. Los esclavos modernos confunden esas imágenes con la cultura y con el arte. Se recurre constantemente a los instintos más bajos para vender cualquier mercancía. Y es la mujer, doblemente esclava en la sociedad presente, la que paga el precio más alto. Ella es presentada como simple objeto de consumo. La rebelión ha sido también reducida a una imagen desprovista de su potencial subversivo. La imagen sigue siendo la forma de comunicación más directa y más eficaz: crea modelos, embrutece a las masas, les miente, les infunde frustraciones y les insufla la ideología mercantil. Se trata, pues, una vez más y como siempre, del mismo objetivo: vender, modelos de vida o productos, comportamientos o mercancías, vender no importa qué, pero vender.

11. Entretenimiento. Los esclavos se divierten, pero ese divertimiento no sirve más que para distraerlos del auténtico mal que los acosa. Han dejado que hicieran de su vida cualquier cosa y fingen sentirse orgullosos de ello. Intentan lucir satisfechos pero nadie les cree; ni ante al frío reflejo del espejo, alcanzan a engañarse. Pierden su tiempo delante de personajes ficticios que los hacen reír o cantar, soñar o llorar. A través del deporte mediático, se representa el éxito y el fracaso, el esfuerzo y las victorias que el esclavo moderno ha dejado de vivir en carne propia. Su insatisfacción lo incita a vivir por encargo frente a su aparato de televisión. Mientras que los emperadores de la Antigua Roma compraban la sumisión del pueblo con pan y circo, hoy en día, es con divertimientos y consumo del vacío que se compra el silencio de los esclavos.

12. Lenguaje. El control de las conciencias es el resultado de la utilización viciada del lenguaje por la clase económica y socialmente dominante. Siendo el dueño de todos los medios de comunicación, el poder difunde la ideología mercantil a través de la definición fija, parcial y amañada que le atribuye a las palabras. Las palabras son presentadas como si fueran neutras y su definición como evidente. Controladas por el poder, designan siempre una cosa muy distinta a la vida real. Es ante todo un lenguaje de la resignación y de la impotencia, el lenguaje de la aceptación pasiva de las cosas tal como son y tal como deben permanecer. Las palabras actúan por cuenta de la organización dominante de la vida y el hecho mismo de utilizar el lenguaje del poder, nos condena a la impotencia. El problema del lenguaje es el punto esencial de la lucha por la emancipación humana. No es una forma de dominación que se añada a otra sino que es el centro mismo del proyecto de sometimiento del sistema mercantil totalitario. Es a través de la reapropiación del lenguaje y, por tanto, de la comunicación real entre las personas, que surge de nuevo la posibilidad de un cambio radical. En la efervescencia popular, la palabra hablada es re-aprendida y reinventada por extensos grupos. La espontaneidad creativa se encuentra en cada uno y nos une a todos.

13. Democracia Parlamentaria y la Ilusión del Voto. No obstante, los esclavos modernos se sienten todavía ciudadanos. Creen votar y decidir libremente quién conducirá sus asuntos, como si aún pudieran elegir. Pero, cuando se trata de escoger la sociedad en la que queremos vivir, ¿creen ustedes que existe una diferencia fundamental, entre la socialdemocracia y la derecha populista, demócratas y republicanos y entre laboristas y conservadores? No existe ninguna oposición, puesto que los partidos políticos dominantes están de acuerdo en lo esencial: la conservación de la presente sociedad mercantil. Ninguno de los partidos políticos que pueden acceder al poder pone en entre dicho el dogma del mercado. Y son esos mismos partidos los que, con la complicidad mediática, acaparan las pantallas; riñen por pequeños detalles con la esperanza de que todo siga igual; se disputan por saber quién ocupará los puestos que les ofrece el parlamentarismo mercantil. Esas pobres querellas son difundidas por todos los medios de comunicación con el fin de ocultar un verdadero debate sobre la elección de la sociedad en la que queremos vivir. La apariencia y la futilidad dominan sobre el profundo enfrentamiento de ideas. Todo esto no se parece en nada, ni de lejos, a una democracia. La forma representativa y parlamentaria que utiliza el nombre de democracia limita el poder de los ciudadanos al simple derecho de votar; es decir, a nada. Escoger entre gris claro y gris oscuro no es una elección verdadera. Las sillas parlamentarias son ocupadas en su inmensa mayoría por la clase económicamente dominante, ya sea de derecha o de izquierda. El poder es tiránico por naturaleza, sea ejercido por un rey, un dictador o un presidente electo. La única diferencia en el caso de la “democracia” es que los esclavos tienen la ilusión de elegir ellos mismos al amo que deberán servir. El voto los ha hecho cómplices de la tiranía que los oprime. Ellos no son esclavos porque existen amos, sino que los amos existen porque ellos han elegido mantenerse esclavos.

Finalmente. El sistema totalitario imperante se define entonces por la omnipresencia de su ideología mercantil. Ocupa a la vez todos los espacios y todos los sectores de la vida. No profesa más que: produce, vende, consume, acumula. Ha reducido todas las relaciones humanas a unas parcas relaciones mercantiles, y considera que nuestro planeta es una simple mercancía. La función que nos asigna es el trabajo servil. El único derecho que reconoce es el derecho a la propiedad privada. Al único dios que rinde culto es al dinero. El monopolio de la apariencia es total. Solo aparecen los hombres y los discursos favorables a la ideología dominante. La crítica de este mundo se ahoga en el mar mediático que determina qué está bien y qué está mal, lo que se puede y lo que no se puede ver. Omnipresencia de la ideología, culto al dinero, monopolio de la apariencia, partido único disfrazado de pluralismo parlamentario, ausencia de una oposición visible, represión en todas sus formas, voluntad de transformar al hombre y al mundo: He ahí la verdadera cara del totalitarismo moderno llamado “democracia”, pero que es hora de llamar por su verdadero nombre: sistema mercantil totalitario. El hombre, la sociedad y todo nuestro planeta están al servicio de esta ideología. El sistema mercantil totalitario ha logrado lo que ningún otro totalitarismo había podido: ocupar cada resquicio del planeta.

"La civilización actual está por derrumbarse, lo que debemos evitar es que nos arrastre con ella al abismo".



~ Notas de Disi Dencia ~

En defensa del Sistema Público de Pensiones (11)

Esta semana  décima  parte del extenso documento "EN DEFENSA DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES", documento que os podéis descargar al final de esta entrada. 

Las aportaciones al sistema de pensiones han sido una fuente de recursos para el estado y esto ha permitido invertir en el futuro del país y por tanto generar capital humano para sostener las pensiones que ahora cobramos, ¿por qué no ha de ser así en el futuro?
 CAPITALIZACIÓN O REPARTO
Los propagandistas de los fondos de pensiones cantan las excelencias del sistema de capitalización sobre el de reparto, identificando el primero con el privado y el segundo con el público. En realidad, cuando se trata de un sistema público la distinción entre capitalización y reparto es más teórica que real. Si por una parte puede suponerse que las pensiones de los pasivos se financian con las cotizaciones de los activos -estaríamos entonces en un sistema de reparto- también puede suponerse, y esto sería más exacto, que en función de la unidad de caja del Estado todos los ingresos, incluidos impuestos y cotizaciones sociales, financian todos los gastos, también los de Seguridad Social.
Si esto es así, el sistema actual, al que llamamos de reparto, se convertiría en un sistema de capitalización. Podemos suponer que los recursos aportados hoy por las cotizaciones serían un préstamo que los trabajadores actualmente activos realizan al Estado y que este dedicará a financiar la inversión social y pública, desde la educación a la sanidad, pasando por carreteras, comunicaciones, tecnología, empresas públicas, etc. Dicho préstamo al Estado se devolverá junto con los intereses a los cotizantes de hoy en forma de pensiones. Del mismo modo, las prestaciones sociales que actualmente se pagan son el retorno a los jubilados de lo que cotizaron (préstamo al Estado) en el pasado. Que la distinción es más teórica que real se percibe con claridad en el hecho de que muchos fondos privados de pensiones terminan invirtiéndose en deuda pública, es decir, prestando al Estado. Lo que está en juego, por tanto, es la intermediación de las entidades financieras.
La argumentación anterior hace que carezca de sentido el reproche al sistema público de pensiones de que genera una situación intergeneracional injusta, ya que obliga a las generaciones futuras a mantener a un mayor número de pensionistas. Las cotizaciones y los impuestos de esos jubilados han hecho posible mediante la educación, las infraestructuras, la investigación, etc., que la productividad en una serie de años se haya multiplicado y que el trabajo de los activos de ahora y del futuro produzca mucho más y que la renta per cápita sea también mayor.
No obstante, todo lo hasta aquí afirmado responde a la óptica macroeconómica, analizando los efectos globales o a partir del análisis de la prestación promedio. Mas el punto de vista cambia cuando se trata de la conveniencia de un determinado particular, entonces sí puede haber una distinción radical y fundamental entre el sistema público y el privado. En el segundo, no se da ninguna redistribución de rentas. Existe una correspondencia unívoca entre cada prestación y la correspondiente cotización individual. Las diferencias que se pueden generar en el sistema privado son muy superiores a las de un sistema público, hasta el extremo de que para muchos colectivos los planes de pensiones son prácticamente inaplicables, teniendo que hacerse cargo el sector público en último término de las prestaciones.

domingo, 15 de diciembre de 2013

“Juan Carlos I, el crepúsculo de un Rey”. El documental de Canal+ Francia subtitulado





Canal Plus Francia ha estrenado un crítico reportaje sobre la Monarquía española, titulado “Juan Carlos, el ocaso de un Rey”, en el que analiza el declive de la Familia Real, golpeada principalmente por los excesos del monarca –cacerías, presuntos amoríos, negocios- y el escándalo del caso Nóos, que afecta a Iñaki Urdangarin y a la infanta Cristina.

Desde la foto de Marivent en 2007 hasta la actualidad
El reportaje de la cadena francesa, emitido en el programa rograma L’Effet Papillon, comienza con una tradicional foto de familia feliz en el palacio de Marivent en Baleares en las vacaciones de 2007, en las que puede verse a los Reyes, los duques de Palma, los duques de Lugo, y sus hijos. En off, la locutora explica que el Rey es considerado la salvaguarda de la democracia y que la Casa Real contaba con el apoyo del 90% de la sociedad.

El Rey que va por ahí matando elefantes y la Reina humillada
El trabajo de investigación de Canal Plus Francia se encarga de explicar que la realidad actual de la Monarquía española difiere mucho de aquella foto de familia. Sobre el Rey afirma “que da la vuelta al mundo para ir matando elefantes en cacerías” y a la Reina la describe como una “mujer humillada por las supuestas infidelidades de Juan Carlos”, mientras se muestran imágenes de Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

En defensa del Sistema Público de Pensiones (10)

Esta semana  novena  parte del extenso documento "EN DEFENSA DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES", documento que os podeis descargar al final de esta entrada.

Los planes privados de pensiones son además de excluyentes, un mal instrumento de ahorro, con pocos sistemas de control, que sólo beneficia a las entidades financieras que se apropian de la casi totalidad de la rentabilidad que generan. 




SE PRETENDE FAVORECER LOS FONDOS PRIVADOS DE PENSIONES


Existen sospechas bien fundadas de que las múltiples campañas realizadas para sembrar dudas acerca de la viabilidad de las pensiones públicas tienen también como finalidad potenciar los fondos privados de pensiones. De ahí que en todas las reformas se plantee la necesidad de completar las pensiones públicas con pensiones privadas. Lo primero a considerar es lo incorrecto y cómo induce a engaño la denominación “pensiones” aplicadas a los fondos, al menos tal como se instrumentan en España, donde las aportaciones las realizan solo los particulares y no las empresas. De hecho, la única alternativa que se propone a las pensiones públicas es que cada persona de forma individual ahorre para la vejez. Pero para ese viaje no hacían falta tales alforjas. Si es así, lo que resulta aún más indignante es que pretendan decirnos en qué inversiones tiene que materializarse nuestro ahorro. ¿Por qué en fondos y no directamente en bolsa o en vivienda o en obras de arte o en cualquier otro activo? Los fondos de pensiones no son más que una forma de ahorrar y no precisamente de las más ventajosas para el inversor. Habrá que cuestionarse el motivo de incentivar un sistema de ahorro (los fondos de pensiones) en detrimento de otros.


Supeditar la solución de la contingencia de vejez a la cantidad de ahorro que cada individuo haya podido acumular a lo largo de su vida activa es condenar a la pobreza en su ancianidad a la gran mayoría de la población. Es bien sabido que el 60% de los ciudadanos carecen de capacidad de ahorro (no llegan a final de mes) y otro 30%, si ahorra, lo hace en una cuantía a todas luces insuficiente para garantizar el mínimo vital en la jubilación.


Los mal llamados fondos de pensiones solo benefician a las entidades financieras depositarias de las inversiones y que controlan a las gestoras. De hecho, dejarían de existir tan pronto como desapareciese la desgravación fiscal, tal como se encargaron de difundir sus propios defensores cuando se expandió el rumor de que iban a perder los beneficios fiscales. ¿Pero cuál es entonces la razón de ser de un producto financiero que sin desgravación fiscal nadie -ni ricos ni pobres- estaría dispuesto a demandar? Para el participante carecen de todo aliciente: ausencia de liquidez, carencia de control de la inversión, pago de importantes comisiones, etc. Pero, precisamente lo que son rémoras para el cliente, se convierten en ventajas para las entidades financieras: fondos cautivos que manejan a su antojo a través de las gestoras y que les dotan de enorme poder económico, a la vez que les permiten apropiarse mediante distintas comisiones de la casi totalidad de la rentabilidad que tales recursos puedan generar.


domingo, 8 de diciembre de 2013

En defensa del Sistema Público de Pensiones (9)

Esta semana  octava  parte del extenso documento "EN DEFENSA DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES", documento que os podeis descargar al final de esta entrada.

Contrariamente a lo que se presupone en las instituciones internacionales y debido a un mal análisis de los datos comparativos, las pensiones españolas son bajas respecto a la media de las pensiones de los paises de nuestro entorno.


EL SISTEMA ESPAÑOL NO ES GENEROSO


          El tema de las pensiones lleva ya muchos años acumulando tras de sí todo tipo de falacias y sofismas. Una de las más importantes quizá sea la afirmación de la OCDE y de otros organismos internacionales acerca de que las pensiones en España son muy generosas. Cosa curiosa, porque para generosidad la que estos organismos tienen con sus funcionarios. Trabajar unos pocos años en cualquiera de ellos garantiza una generosa pensión que ya quisieran para sí los trabajadores con mejor cualificación de nuestro país.

Esa versión alejada de la realidad de las pensiones españolas proviene de unos planteamientos que no se corresponden con los datos, Además, las comparaciones internacionales resultan muy complicadas en estos casos. Parten de la siguiente pregunta: ¿qué pensión le correspondería en relación con su último salario a un trabajador que hubiese cotizado el número mínimo de años para percibir la pensión máxima (en España, más de 35) y se jubilase a la edad legal (en nuestro país, 65 años, por ahora)? Este porcentaje, que se sitúa en España por encima del 90%, es superior al de muchos países de la Unión Europea, pero paradójicamente no a los de Portugal y Grecia. Por tanto, según este indicador, los países con menos ingresos de la Unión son los más generosos con sus jubilados.


En realidad, se trata de todo lo contrario, porque el indicador anterior es un porcentaje teórico que pasa por alto muchos factores: la dinámica del mercado de trabajo, la penalización de la jubilación anticipada, topes máximos, salario mínimo, bases sobre las que cotizan determinados regímenes, pensiones mínimas, sistema fiscal, etc. La tasa real en nuestro país está muy alejada de ese porcentaje. En vez del 90%, la cifra que se obtiene computando todos los factores, no alcanza siquiera el 60% del salario medio. En 2011, la media de las nuevas pensiones de jubilación ascendió a 1.200 euros mensuales, mientras que el salario medio bruto para el cuarto trimestre de ese año fue de 2.020 euros. El 20% de las pensiones contributivas y la totalidad de las no contributivas están por debajo del umbral de pobreza. En 2011, la cuantía de la pensión media de jubilación  ascendió a 915 euros, y el 72% de los jubilados cobran en la actualidad menos de 1.100 euros mensuales (el 49% no sobrepasa los 700 euros).
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domingo, 1 de diciembre de 2013

El Estado de las Autonomías: Crisis, jaque y mate.

Sí, con la crisis ha llegado el final del Estado de las Autonomías, porque, en la práctica, han dejado de tenerla. Puede decirse que ahora disfrutan de un régimen de Tercer Grado o de libertad vigilada. Aunque las llaves del calabozo las tiene Madrid, la orden de detención viene de Bruselas. Pero no hay que engañarse, el Estado de las Autonomías es sólo la víctima colateral, aunque necesaria, porque el objetivo a abatir fue desde el principio el Estado del Bienestar. El objetivo fue, y lo es hoy con más claridad que nunca, limitar el papel del Estado y reducir el tamaño del Sector Público hasta dejarlo en unas dimensiones tan diminutas, tan insignificantes, que no tenga más remedio que renunciar a prestar servicios a los ciudadanos, que es lo mismo que renunciar a garantizar sus derechos. Como si hubiera sido producto de una larga, paciente y meditada partida de ajedrez, y en sólo cinco movimientos, la crisis ha facilitado a la ideología neoliberal la última jugada, llevándose por delante servicios públicos, derechos, Autonomías y Estados.

Para entender cómo se ha llegado a la situación actual hay que tomar distancia, ver las cosas con perspectiva, reconstruir la partida de ajedrez para darse cuenta de que el jaque mate final viene montado sobre un caballo, el Fondo de Liquidez Autonómica que, como el caballo de Troya, se ha introducido en las Autonomías no para salvarlas sino para acabar con ellas.

Fig.1: Evolución de la deuda 2000-2012, El País
Los ciudadanos empezamos a perder la partida ya con el primer movimiento,cuando se impusieron como dogmas incuestionables los criterios de convergencia del Tratado de Maastricht de 1992. Ninguno de ellos tiene una base científica que lo justifique. Que el déficit público no deba superar el 3% del PIB fue un invento francés, aplicado allí desde 1982, ideado por el Departamento del Presupuesto para contener las políticas expansionistas del primer mandato de Mitterrand, y fue ese el límite elegido porque coincidía exactamente con el déficit de ese año. Antes de Maastricht, lo normal era cuantificar el déficit público en relación a los propios ingresos también del Sector Público, porque una deuda sólo es grande o pequeña si es posible pagarla o no, y esto depende de los ingresos. El otro dogma, que la deuda acumulada no debía superar el 60% del PIB, surgió como un simple dato estadístico, pues era el valor medio de los 12 países que entonces formaban parte de la CEE. Según Eurostat, el valor medio de la deuda pública en la zona euro en 2009, antes de la crisis, era del 80% (fig.1). Seguramente nos parecerá absurdo cambiar el límite impuesto en el cumplimiento de una magnitud económica sólo porque cambien sus valores estadísticos, pues carece de una lógica científica que lo avale, y, sin embargo, con la misma absurda carencia de lógica se estableció la primera vez. No es difícil además encontrar muchas excepciones a esta supuesta regla. Quizá el caso más extremo y llamativo seaJapóncuya deuda lleva más de treinta años superando el 100% de su PIB. En 1991 era de 131,8%, en 2005 subió hasta el 186,4%, y en 2011 escaló hasta el 230%. Pero, Japón, se dirá, tiene algo que España ya no tiene; una potente industria que respalda esa deuda. Es verdad, pero tiene además algo que ya ni España ni el resto de los países de la zona euro tienen, soberanía monetaria. Con esas dos ventajas Japón tiene poder para refinanciar la deuda con sus acreedores e incluso, si es necesario, su Banco Central puede intervenir en los mercados de deuda y comprar deuda propia para reducir el tipo de interés, algo que el Banco Central Europeo sólo ha hecho para evitar la quiebra de los países en crisis. De modo que nos hemos convertido, en la práctica, en usuarios y rehenes de una moneda sobre la que no tenemos control, y ese es el talón de Aquiles de Europa, el punto flaco que han aprovechado los “mercados” para forzar la quiebra de los países más débiles de la zona euro.

Así que, en realidad, los criterios de convergencia impuestos en Maastricht no tenían una justificación científica, sino disciplinaria. Simplemente, el BCE/Bundesbank no estaba dispuesto a hacerse cargo de los compromisos de gasto público de los países miembros (artículo 103) por lo que era necesario contenerlo. Pero, como afirma John Kenneth Galbraith y otros economistas, “el gobierno necesita el déficit, es la única manera de inyectar recursos financieros a la economía”. Y es perfectamente lícito y comprensible que un gobierno pueda endeudarse para financiar proyectos cuyos rendimientos a medio y largo plazo superan sus costes iniciales, y que en definitiva aumentarían la capacidad productiva del país. Y no sólo gastos coyunturales para la construcción de infraestructuras, sino aquellos gastos corrientes, estructurales, que redundarían también en su beneficio, como la Educación y la Investigación.

Pero ahora, la ideología neoliberal trata de convencernos de que “no podemos gastar lo que no tenemos”, y aprovechando la crisis aprieta aún más los corsés disciplinarios del gasto público y pretende dejar el déficit estructural en el 0,4% del PIB en 2020. Hay además otras razones menos confesables para reducir el gasto público y no generar demasiada deuda. Una es la de favorecer las exportaciones y a las grandes empresas cuyos ingresos dependen de ellas. El gobierno, el gasto público, es lo que crea demanda bancaria de títulos de deuda. Como la emisión es en euros, aumenta la demanda de euros y esto presiona sobre su cotización al alza en los mercados de divisas, lo que favorece las importaciones pero perjudica las exportaciones. Otra razón para hacer desaparecer el déficit estructural del Estado es provocar su retirada, forzarle a renunciar a prestar servicios públicos para dejar paso al sector privadoY aquí llega el segundo movimiento. Una jugada sutil pero vital para el neoliberalismo porque, primero ha conducido a los Estados a un callejón sin salida, y luego les ha ofrecido una alternativa que le beneficia completamente: la colaboración público-privada (CPP).

Los principios de la CPP los expuso en 2004 la Comisión europea en el Libro Verde sobre la colaboración público-privada [COM (2004) 327 final].  En primer lugar, tomando el efecto por la causa, justifica la necesidad ineludible que tienen los gobiernos para acudir a esta fórmula: “Teniendo en cuenta las restricciones presupuestarias que han de afrontar los Estados miembros, este fenómeno responde a la necesidad que tiene el sector público de recibir financiación privada”. Y así, los Estados se irán vaciando progresivamente de sus funciones porque se ven obligados a recurrir “a operaciones de CPP para realizar proyectos de infraestructura, en particular en los sectores del transporte, la sanidad pública, la educación y la seguridad pública”. De manera que puede afirmar ya el documento, sin ningún pudor, y sin querer percatarse de la contradicción subyacente, que “las operaciones de CPP pueden contribuir a la creación de redes transeuropeas de transportes, ámbito en el que existe un enorme retraso debido, entre otras cosas, a la escasez de inversiones”. Increíble.
Fig.2: La CPP en Europa. Price Waterhouse  Cooper, 2006
Y es que, según el documento, “el desarrollo de la CPP forma parte de la evolución más general del papel del Estado en el ámbito económico, al pasar de operador directo a organizador, regulador y controlador”. ¿Pero, significa esto que el Estado ahorrará dinero con la CPP? Sorpresa; no: “Las operaciones de CPP no implican necesariamente que el socio privado asuma todos los riesgos derivados de la operación, ni siquiera la mayor parte de ellos”. Y en España lo hemos podido comprobar con el rescate a las radiales de Madrid, y con los modelos de colaboración elegidos para la atención sanitaria en Cataluña (la factura con los hospitales concertados asciende a 245 millones de euros al mes), Valencia y Madrid. ¿Entonces, si no hay ahorro de dinero público, cuáles son las ventajas de la CPP? Si alguien tenía alguna duda acerca de la ideología que domina en las instituciones europeas, ahora podría despejarlas por completo. Para la Comisión se trata de “aprovechar en mayor medida los conocimientos y métodos de funcionamiento del sector privado en el marco de la vida pública”. El Parlamento considera que “la finalidad de los contratos de CPP es permitir que las entidades públicas se beneficien de la capacidad de concepción, construcción y gestión de las empresas privadas y, si procede, de su competencia financiera” (P6_TA-PROV(2006)0462); y el Comité de las regiones asegura que la principal ventaja de la CPP “consiste en una mayor responsabilización del sector privado, la financiación compartida, el aflujo de nuevas ideas, el uso de métodos de trabajo diferentes y el establecimiento de una relación a largo plazo” (2005/C 71/05). Como ocurre muchas veces, la gestión del Sector Público está en manos de los que menos creen en él.

Sobre esta relación a largo plazo, los empresarios de la CEOE encuentran otra ventaja (Informe sobre Modelos de Colaboración Público-Privada para la financiación de infraestructuras públicas, 2005), que se llama Equidad Intergeneracional, pues permite diferir a lo largo de la vida de la infraestructura, a los usuarios y contribuyentes, los costes de la construcción inicial. Efectivamente, esta equidad se alcanza cuando los ciudadanos que se benefician de una inversión soportan también sus costes, y éstos, beneficios y costes, se prolongan en el tiempo. Es decir, que las consignas que niegan las inversión pública directa (“no podemos gastar lo que no tenemos”, “no podemos dejarle a nuestros hijos nuestras deudas”), se convierten ahora en “equidad intergeneracional” cuando se trata de justificar la transferencia de dinero público al sector privado por un largo periodo de tiempo. Y esto, al parecer, no es deuda. Y es verdad, a efectos de contabilidad nacional no lo es. Llega así el tercer movimiento, una jugada maestra que obliga a los gobiernos, independientemente de su orientación ideológica, a emprender el camino de la CPPSegún el Sistema Europeo de Cuentas Nacionales y Regionales (SEC-95) estas transferencias quedan fueran del balance de la Administración y no computan ni como déficit ni como deuda, por lo que la Colaboración Público Privada se convierte en la puerta trasera, la única vía de escape que ofrece el mismo Sistema que ha impuesto el Pacto de Estabilidad Presupuestaria para poder sortear sus propias normas.

De modo que la fórmula CPP ha crecido en Europa desde la entrada en vigor del Pacto de Estabilidad, y entre 2001 y 2006 España era, después del Reino Unido, el país con mayor número de proyectos de CPP terminados y el cuarto en el total de proyectos incluidos los licitados, por detrás de Italia y Portugal (fig.2) Por Comunidades Autónomas el mayor crecimiento de Entes Públicos de este tipo se dio en Castilla-La Mancha (de 2 a 19, un 850% más), aunque fue Cataluña la que experimentó el mayor crecimiento absoluto, con 40 empresas más (de 70 a 110). En 2006, Cataluña, Madrid, País Vasco, Valencia y Andalucía concentraban la mitad de total. No obstante, aunque el Sector Público había ido disminuyendo de tamaño y los gobiernos delegando así las responsabilidades adquiridas con sus ciudadanos, nada parecía fuera de lo normal, es decir, todo estaba ajustado a la “norma”, pues el Estado y las Comunidades habían transitado por el único camino marcado.

Fig.3: Evolución de la carga financiera
de las Comunidades
La Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), de 1980, más de 10 años anterior por tanto a los criterios de convergencia de Maastricht, establece en su artículo 14 las condicionesde endeudamiento de las Autonomíaspara préstamos superiores a 1 año: que el dinero se destine a gastos de inversión y que la carga de la deuda anual (capital más intereses) no supere el 25% de sus ingresos corrientes. Además, establece que para operaciones de crédito en el extranjero y la emisión de deuda se requiere la autorización del Estado. Ninguna alusión al PIB como referencia para el déficit o la deuda. En la modificación que se hizo en 2001 y que se ha mantenido hasta hoy, ya se dice que para la referida autorización, el Estado tendrá en cuenta el cumplimiento del principio de estabilidad presupuestaria. Pero no será sino hasta la modificación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria de 2007 cuando se haga explícita la referencia al PIB para el establecimiento de compromisos de deuda. Y en la última modificación de esta ley, la de 2012, ya se dice expresamente que el límite de deuda pública de cada una de las Comunidades Autónomas no podrá superar el 13% de su PIB regional. Pero si se analizan las cifras del endeudamiento de las Comunidades Autónomas en los años anteriores a la crisis se constata que, no sólo habían cumplido con la normativa, sino que habían disminuido su nivel de endeudamiento desde el año 2000, (fig.3), sin duda como resultado del desplazamiento de deuda de los presupuestos a las entidades de CPP. Si el nivel medio de endeudamiento sobre los ingresos era de un 6,8% en el 2000, en 2009 había bajado hasta el 4,5%. En este último año, las Comunidades con más carga financiera eran Madrid (7,4%), Baleares (7%) y Cataluña (6,4%). Tampoco puede decirse que las Comunidades hayan recurrido al endeudamiento para aumentar sus recursos, pues incluso contando con las posibles deficiencias en los sistemas de financiación que hubiera obligado a las Comunidades a acudir a esta fórmula, el volumen de los recursos por endeudamiento sobre el total de los ingresos se había mantenido hasta el 2008 por debajo del 4%. Expresada la deuda en relación al PIB regional, la media de las Comunidades desde el año 2000 y hasta el 2008 estaba entre el 6,4% y el 6,6%. Es sólo a partir de la crisis, cuando la deuda empieza a subir vertiginosamente: 8,5% en 2009; 10,5% en 2010; 12,4% en 2011.

Como ya se demostró en otro lugar, este aumento se debe a los propios efectos de la crisis y a los recortes en el gasto público intentando reducir el déficit. Pero como no se cansan de denunciar los economistas, esta es una política suicida.Galbraith lo dijo a finales de 2011 en una entrevista para el Washington Post. No se puede recortar gasto público sin recortar crecimiento económico, el recorte afecta al PIB, que cae, de manera que “no dispondrán de los ingresos fiscales necesarios para financiar siquiera un nivel más bajo de gasto…. La eurozona va al despeñadero”. Pero la eurozona y los que tienen el timón y toman las decisiones saben muy bien adónde van. Porque la crisis les ha dado la oportunidad para terminar la partida y acabar definitivamente con un Sector Público al que han estado debilitando durante más de 20 años.

Efectivamente, la deuda de las Comunidades Autónomas ha crecido debido a tres razones fundamentales: la caída de los ingresos tributarios, cercana al 25% (Ivie, 2012), la conversión de la deuda a proveedores en deuda financiera, y las ayudas del Estado a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). El FLA es el mecanismo ideado por el actual gobierno para “ayudar” a las Comunidades a afrontar sus problemas de liquidez, más concretamente, el pago de sus deudas. Pero para que el FLA cumpla su objetivo real, las Comunidades deben tener problemas financieros y el gobierno se ha encargado de que los tengan. Estas son las dos últimas jugadas, el jaque, el irracional reparto del déficit entre las administraciones públicas; y el mate, el propio FLA y sus condiciones.

Fig.4: Distribución de gastos e ingresos
entra las Administraciones
Públicas, Fedea, 2012
En la Ley de Estabilidad Presupuestaria de 2012 (art. 13) se hace una distribución proporcional de la deuda en que pueden incurrir las Administraciones Públicas con respecto al PIB, reservándose la Administración Central el 44%, las Comunidades Autónomas el 13% y las Corporaciones locales el 3%. Aproximadamente una relación de 3 a 1 entre el Estado y las Comunidades. Para valorar si este reparto es justo y proporcionado a las responsabilidades de gasto de cada administración hay que recordar algunos datos (fig.4). Las Comunidades Autónomas concentran más del 50% de los todos los empleados públicos y son responsables del 35% del gasto total. De ese gasto, entre un 50% y un 60% de sus presupuestos está destinado a pagar la Educación y la Sanidad. La Administración Central emplea a un 20% de los Empleados Públicos y es responsable del 20% del gasto total. Como también es responsable de las pensiones y los subsidios de desempleo, hay que añadirle el 32% que supone este gasto, con lo que el Estado sería responsable del 52% del gasto total. Es decir, una relación de sólo 1,5 a 1, con lo que la distribución del déficit de 3 a 1 ya parece un poco injusta. Si además le añadimos la proporción de ingresos el agravio aumenta, porque, contando con los recursos de la Seguridad Social, el Estado ingresa 3,6 veces más que las Comunidades. Pero el verdadero estrangulamiento financiero de las Comunidades ha venido por el reparto que ha hecho el gobierno de los objetivos de déficit marcados por Bruselas. Si el objetivo de déficit para 2012 era del 4,5%, el gobierno se reservó para sí el 3,8%, lo que supone el 84,4% del total, mientras que a las Comunidades sólo se las dejaba endeudarse un 0,7%, es decir, el 15,6%. El reparto que ha hecho el gobierno del 6,5% del objetivo para 2013 no difiere mucho (fig.5). Se reserva un 5,2% (incluye la S.S; supone el 80%), y deja a las Comunidades un 1,3% (el 20%). En otras palabras, a las Comunidades Autónomas, siendo las que más responsabilidades de gasto social tienen, e ingresando tres veces menos recursos que el Estado, se les exige un esfuerzo de ajuste fiscal muchísimo más grande que el que se pide el gobierno a sí mismo, y todo esto, cuando, según los últimos datos (2º trimestre de 2013), de los 942.758 millones de euros de deuda, las Comunidades sólo son responsables de 193.296 millones, es decir, del 20,5%. Así pues…jaque a las Autonomías.

Fig.5: Déficit de las Comunidades. El País, 2013
Dada la importancia y el alcance del gasto social que gestionan las Autonomías, el gobierno podía haber optado por salvar a unos y a otras asumiendo en la parte proporcional que se había asignado del déficit el pago de los vencimientos más urgentes de su deuda. Así, durante un tiempo se especuló con la posibilidad de que este rescate se hiciese a través de hispanobonos. El Banco de España compraría deuda autonómica para que estas pudieran afrontar sus pagos. Esto hubiera sido lo más razonable si el objetivo hubiese sido salvar a las Autonomías y a los servicios públicos que prestan. Pero no es el caso.Alemania nos ha enseñado cómo se mete en cintura a toda Europa aprovechando la crisis, y este gobierno tampoco iba a dejar pasar la ocasión para hacer lo mismo con las Autonomías utilizando sus mismas técnicas, de modo que los hispanobonos quedaron descartados. Así que sólo quedaba rematar la partida con una jugada sorpresa, y nada mejor que utilizar el caballo, pues sus movimientos suelen pasar desapercibidos:  así  nació el Fondo de Liquidez Autonómico. Según la ley que lo regula, de julio de 2012, las Comunidades que acudan al Fondo deben someterse a los principios de “prudencia financiera” y utilizar el fondo exclusivamente para el pago de los vencimientos de deuda y otras operaciones de crédito que no puedan ser refinanciadas, pero no para el pago de gastos corrientes (salarios, educación, sanidad…). Para garantizar que esto sea así, el propio Estado, “en nombre y por cuenta de la Comunidad Autónoma, gestionará, con cargo al crédito concedido, el pago de los vencimientos de deuda pública de la Comunidad Autónoma, a través del agente de pagos designado al efecto”. Además, la Comunidad debe presentar un Plan de Ajuste “que asegure el cumplimiento de los objetivos de estabilidad y de deuda pública, así como el reembolso de las cantidades aportadas por el Fondo de Liquidez Autonómico”, pues el préstamo del FLA se hace a un interés cercano al 6%. En cualquier caso, las Comunidades responden de las obligaciones contraídas con el Fondo mediante la retención de sus recursos del sistema de financiación si es necesario. Así pues, las Autonomías han dejado de ser autónomas.

Para estrechar más el cerco contra las Autonomías y obligarlas a acudir al FLA, el gobierno contó con la inestimable ayuda de las Agencias de calificación y de los bancos. Desde inicios de 2012, Fitch’s, Moody’s, y S&P bajaron la calidad de la deuda autonómica hasta dejarla en el bono basura, y los bancos, incluidos en el negocio del FLA de 2012, dejaron de prestar directamente a las Autonomías. De los 18.000 millones de euros de provisión inicial, los bancos (Santander, BBVA, Caixa, Bankia, Sabadell y Banco Popular) aportaban 8.000 millones. Ellos mismos confesaban lo contentos que estaban con el negocio: “Es más lógico que prefiramos prestar al FLA, que tiene garantía del Estado en lugar de a una Autonomía, cuya solvencia puede ser más baja” (El País, 30/8/2012). La provisión del FLA para 2013 es de 23.000 millones de euros, pero todo lo asume el Tesoro. El gobierno, a través del Instituto de Crédito Oficial, pidió al BCE 20.000 millones de euros al 1% para prestar a las Autonomías al 5%.

No sé si nos hemos enterado bien de la jugada: el préstamo del Gobierno a través del FLA aumenta la deuda de las Comunidades que luego el mismo Gobierno les exige bajar obligándolas a Planes de Ajuste y recortes en los servicios sociales básicos, y amenazándolas con intervenir la Comunidad y arrebatarles las competencias en los impuestos cedidos si no lo cumplen (El País, 1/7/2013). Por si no nos ha quedado claro, el Gobierno acaba de anunciar un nuevo recorte de 8.000 millones de euros que deben aplicar las Comunidades en los próximos dos años.

Ya está, jaque mate, fin de la partida.

Quinta parte del análisis realizado por  http://utopiadejuancarmona.blogspot.com.es/

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