- Back to Home »
- pensiones »
- En defensa del Sistema Público de Pensiones (10)
domingo, 8 de diciembre de 2013
Esta semana novena parte del
extenso documento "EN DEFENSA DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES", documento que os podeis descargar al final de esta entrada.
Los planes privados de pensiones son además de excluyentes, un mal instrumento de ahorro, con pocos sistemas de control, que sólo beneficia a las entidades financieras que se apropian de la casi totalidad de la rentabilidad que generan.
SE
PRETENDE FAVORECER LOS FONDOS PRIVADOS DE PENSIONES
Existen
sospechas bien fundadas de que las múltiples campañas realizadas
para sembrar dudas acerca de la viabilidad de las pensiones públicas
tienen también como finalidad potenciar los fondos privados de
pensiones. De ahí que en todas las reformas se plantee la necesidad
de completar las pensiones públicas con pensiones privadas. Lo
primero a considerar es lo incorrecto y cómo induce a engaño la
denominación “pensiones” aplicadas a los fondos, al menos tal
como se instrumentan en España, donde las aportaciones las realizan
solo los particulares y no las empresas. De hecho, la única
alternativa que se propone a las pensiones públicas es que cada
persona de forma individual ahorre para la vejez. Pero para ese viaje
no hacían falta tales alforjas. Si es así, lo que resulta aún más
indignante es que pretendan decirnos en qué inversiones tiene que
materializarse nuestro ahorro. ¿Por qué en fondos y no directamente
en bolsa o en vivienda o en obras de arte o en cualquier otro activo?
Los fondos de pensiones no son más que una forma de ahorrar y no
precisamente de las más ventajosas para el inversor. Habrá que
cuestionarse el motivo de incentivar un sistema de ahorro (los fondos
de pensiones) en detrimento de otros.
Supeditar
la solución de la contingencia de vejez a la cantidad de ahorro que
cada individuo haya podido acumular a lo largo de su vida activa es
condenar a la pobreza en su ancianidad a la gran mayoría de la
población. Es bien sabido que el 60% de los ciudadanos carecen de
capacidad de ahorro (no llegan a final de mes) y otro 30%, si ahorra,
lo hace en una cuantía a todas luces insuficiente para garantizar el
mínimo vital en la jubilación.
Los
mal llamados fondos de pensiones solo benefician a las entidades
financieras depositarias de las inversiones y que controlan a las
gestoras. De hecho, dejarían de existir tan pronto como
desapareciese la desgravación fiscal, tal como se encargaron de
difundir sus propios defensores cuando se expandió el rumor de que
iban a perder los beneficios fiscales. ¿Pero cuál es entonces la
razón de ser de un producto financiero que sin desgravación fiscal
nadie -ni ricos ni pobres- estaría dispuesto a demandar? Para el
participante carecen de todo aliciente: ausencia de liquidez,
carencia de control de la inversión, pago de importantes comisiones,
etc. Pero, precisamente lo que son rémoras para el cliente, se
convierten en ventajas para las entidades financieras: fondos
cautivos que manejan a su antojo a través de las gestoras y que les
dotan de enorme poder económico, a la vez que les permiten
apropiarse mediante distintas comisiones de la casi totalidad de la
rentabilidad que tales recursos puedan generar.